martes, 4 de junio de 2013

Recientemente hemos sufrido la ausencia permanente en el centro de día de nuestro compañero Andreu por causas ajenas a la salud:
Pasan los años y de repente hechas la vista atrás rememorando momentos que te marcaron, momentos en que trataste mal a alguien que no se lo merecía. Momentos en los que debiste hacer otra cosa distinta, otra forma de actuar que quizás te habría dado una vida mejor.Reflexionando una y otra vez recreas el comportamiento y personalidad de todas las personas que en algún momento te importaron y que se han perdido en el recuerdo.
Que duro es cuando vas a hacer algo cotidiano como tomar  un café y te encuentras con la terrible ausencia de la persona querida, sin su conversación y compañía siendo esta una  bofetada en toda la cara que te ofrece el destino y que te enseña  el agarrotamiento que da el tiempo que conforma tu vida, el vacio que te embarga al tener presentes expresiones, detalles, particularidades de cada uno que desembocaron inexorablemente hacia el cariño, la amistad y el amor.
Quien no se ha pasado semanas y meses pensando en la persona ausente y de repente sin darte cuenta se agolpan ante ti  ideas obsesivas sobre esa persona que habrá sido de ella, donde vive, habrá muerto?
Estos recuerdos son látigos que flagelan el alma y te torturan sin poder impedirlo.
Intentas darle un sentido y un porque pero ya no se puede hacer nada la persona ya no entra en la senda de tu vida y si por casualidad no ha fallecido y te la encuentras acontece la incomodidad de haber hecho migas con un extraño, ya que has olvidado y cortado la cuerda que te unía a ella  y la repudias despachándola con un frio saludo hacia un alguien ajeno y totalmente desconocido para tí.
Cuantas veces buceando en el sueño de la noche no has pensado semiinconsciente en una vivencia compartida y te vuelves a encontrar con un cumulo de sentimientos profundos y certeros sentimientos que habías olvidado en las arenas perdidas del tiempo y que  cuando te despiertas sobresaltado te olvidas al cabo de media hora.
Por favor no olvidéis a las personas  que solo te han hecho bien y que por trágicas circunstancias ya no comparten tu vida para todas ellas siempre hay que encontrar tiempo, no lo hagas por el simple egoísmo de que no tienes a nadie más, sino porque esa persona se merece una imperiosa  justicia, una atención que seguro que siempre querrías recibir tú.
Todavía no entiendo porque se oxida tanto el plano afectivo por exceso, por defecto quien sabe no alcanzo a comprender la insensibilidad a la puede verse sometida una persona el grado de aplanamiento moral que se adueña del enfermo ya que esta es la palabra justa que únicamente describe el comportamiento del pasar de todo, de no echar de menos a alguien que siempre era el primero en visitarnos en los ingresos y siempre tenía un bondadoso  como estas? cada vez que te veía .


De esta manera a mí también me han hecho daño un sin fin de veces pero casi siempre me ha quedado el alivio de haber intentado continuar con la relación en cuestión y que al menos he hecho todo lo posible por hacer lo correcto, por intentar recuperar el alma bella y cándida que un día me cautivo o recuperar la comprensión con la que solía tratarme, acabando todo ello después con el rechazo y la perdida por el simple albedrio de esa misma persona.
Desde luego es cierto que la gente cambia pero no dejéis nunca de lado a alguien que te hizo feliz por el simple hecho de hallarse a tu lado, por el hecho de haber envejecido juntos pasando innumerables situaciones problemas y multitud de diversas vivencias que un día formaron un pilar solido y firme en tu vida.
Con todo este sermón os animo a que seáis vosotros mismos y decidáis por vuestra propia cuenta que o quien persona sustenta vuestra vida, si  merece realmente la pena vivir eternamente en el egoísmo y el rencor, en la indiferencia o  el orgullo siendo incapaz de dar la segunda oportunidad que todo el mundo se merece.
Sin nada más que añadir que cada uno cargue con su propia conciencia yo pobre y desgraciado iluso seguiré con mis sueños de un mundo idílico en el que nunca sobren las palabras “te quiero”.


Leandro

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